En un mundo tan cambiante como el actual, la educación se hace aún más importante. Una persona que no se actualice deja de ser “educada” en poco tiempo. Grandes expertos internacionales como Edward de Bono, Peter Drucker, John Naisbitt, Kenichi Ohmae, Michael Porter y Alvin Toffler, entre tantos otros, no se cansan de repetir la importancia de la educación dentro de un mundo globalizado. La mayoría de los “gurús” gerenciales hacen continuo énfasis en la importancia del capital humano, bien preparado y bien remunerado.
Los individuos, las empresas y las naciones compiten cada día
más en base al capital humano. La mano de obra barata no es competencia frente
a una población educada. Si los salarios bajos fueran una verdadera ventaja
competitiva, Bangladesh o Haití serían mucho más competitivos que Japón o
Suiza. Sin embargo, todos sabemos que el nivel de vida de un japonés o un suizo
es impresionantemente superior al de un bangladesí o un haitiano. La mano de
obra barata no es una ventaja competitiva sino la terrible demostración del
fracaso de toda una sociedad.
No hay que temerle a la competencia sino a la incompetencia. Son precisamente
las sociedades más competitivas las que alcanzan los mayores niveles de vida
para su población. La competencia hace que las personas, las empresas y las
naciones progresen. Hay que pasar de la incompetencia a la competencia, desde
el nivel más micro al nivel más macro. Una sociedad verdaderamente libre y
educada es una sociedad competente.
“Nadie nació aprendido”, dice un refrán popular. En países
jóvenes como Venezuela, donde la mitad de la población apenas alcanza los 25
años de edad, la educación tiene que ser mucho más que una simple prioridad. La
educación, en especial la educación básica, tiene que ser precisamente la
prioridad fundamental de toda la sociedad. La educación debe ser una obsesión
nacional: no sólo del Estado sino de las familias, de las comunidades, de las
escuelas y de las mismas empresas.
Fuente: https://goo.gl/9ZzWCJ
Su comentario tiene utilidad por gráfico. No hay duda de que las economías abiertas en el tiempo se vuelven competitivas por la vía del incremento de la productividad del trabajo. Pero de la misma manera, el entorno de los intercambios depende de la institucionalidad vigente que asocia factores antropológicos, culturales y psicológicos a las decisiones de empresas y consumidores. La brecha entre incompetencia y competencia de las economías latinoamericanas es una medida de la corrupción y fraude, endeblez institucional y otros factores que podríamos referenciar en los trabajos de George Akerlof. Tiene en definitiva, resortes más amplios que la voluntad individual. Gracias por su invitación a pensar
ResponderBorrarNo es la competitividad la clave del éxito de Japón frente a Bangladhes. Es el diferencial del precio del trabajo la baza que apunta al éxito empresarial del primer mundo. Seguir pensando que el destino de la educación es la producción laboral y la competitividad de un país es subestimar el poder de la educación como fuente de conocimiento que y de felicidad por saber a qué velocidad gira el mundo. Esta manera de entender la educación excomulga a la música, la danza, o cualquier manantial de saber artístico.
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