La economía, como la física, química y
matemáticas, también tiene sus leyes que no pueden ser violadas sin resultados
nefastos. Muy alta en la escala económica se encuentra la ley de la oferta y la
demanda, basada en el principio de la propiedad privada y del libre
intercambio.
La ley de la oferta y la demanda es uno
los principios básicos para el desarrollo económico en un mercado libre y
competitivo. Nadie puede producir y tener de todo, obviamente, por eso es
necesario comerciar. El libre intercambio nace como la forma más eficiente de
distribuir recursos escasos en un mercado que funciona bajo la ley de la oferta
y la demanda para bienes y servicios.
El propio Papa Juan Pablo II expresó, en
su encíclica Centesimus Annus , el rol fundamental del mercado dentro de la
economía:
\’Los mecanismos de mercado ofrecen
ventajas seguras; ayudan, entre otras cosas, a utilizar mejor los recursos;
favorecen el intercambio de los productos y, sobre todo, dan la primacía a la
voluntad y a las preferencias de la persona, que, en el contrato, se confrontan
con las de otras personas…\’.
Sin embargo, la idolatría del Estadoha traído grandes presiones de parte de los nuevos dioses
(léase los políticos) por violar las leyes y axiomas económicos. Pero al igual
que Apolo y Zeus sólo podían violar la ley de gravedad en la imaginación de los
plebeyos, los políticos actuales sólo pueden violar la ley de la oferta y la
demanda en la imaginación desesperada de un pueblo engañado.
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